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La Fórmula 1 comenzó oficialmente en el año 1950 con la celebración de cinco carreras, la mayoría de ellas disputadas en circuitos míticos como Silverstone, Monte Carlo, Spa-Francorchamps y Monza. Con anterioridad, especialmente en el periodo de entre guerras, en Europa y también en el norte de África, se venían celebrando las denominadas carreras de Grandes Premios. Estas carreras, en las que pilotos de diferentes nacionalidades competían por llevar a la gloria los colores de sus países, estaban capitalizadas por Alemania e Italia, que competían con escuderías financiadas, apoyadas y ‘mimadas’ por sus respectivos países. Auto Union y Mercedes, del lado alemán, y Ferrari, Maserati, Alfa Romeo y Lancia, del lado italiano, fueron los máximos exponentes de la competición con Nuvolari, Caracciola, Lang o Varzi, entre otros, como pilotos heroicos excepcionales.

Pero la 2ª Guerra Mundial acabó con todo ello y se impuso un nuevo orden, no sólo en el mundo, sino también en la competición automovilística. En los primeros años de la Fórmula 1, los equipos italianos consiguieron mantener su supremacía (los diferentes pilotos de Alfa Romeo, Ferrari y Maserati se embolsaron los campeonatos del mundo de pilotos en los años 1950-1953 y 1956-1958), y también los alemanes (campeones de pilotos en 1954, compartido con Maserati y en 1955 en solitario), aunque el accidente de 1955 en Le Mans los hizo desaparecer por completo de las pistas durante décadas. A mediados y finales de los años 50 se produjo un importante salto cualitativo en diferentes aspectos del motorsport (deporte del motor) en aspectos tan importantes y relevantes como motores, ciencia de materiales, y en general, todos los campos relacionados con la tecnología e ingeniería del diseño, que produjo un relevo en la supremacía del deporte hacia el Reino Unido. En las subsiguientes entradas analizaremos con mayor minuciosidad algunos detalles en los cambios de normativa e ingredientes tecnológicos que cambiaron por completo, por un lado, la fisonomía de los monoplazas, y por otro, la forma de trabajar e innovar en Fórmula 1.

El objetivo de esta entrada es tratar de situar en el adecuado contexto histórico, social y tecnológico las razones más básicas por las que se produjo este cambio, y de paso, tener unas primeras respuestas a los siguientes interrogantes: ¿por qué ocurrió esto? ¿Cuáles fueron las claves que llevaron al Reino Unido, y en particular, a la industria británica del motorsport a una situación de clara ventaja frente a otros países, como Italia o Alemania, que habían capitalizado este deporte durante tantos años?

La respuesta dista mucho de ser sencilla, fácil de explicar y única. Lo que voy a escribir ahora es sencillamente una hipótesis, bastante plausible, corroborada por otros autores especialistas en el tema, meditada desde hace mucho tiempo, y que, obviamente, puede ser completamente equivocada. Pero como os he comentado otras veces, siempre he intentado analizar los problemas desde la mayor rigurosidad posible. Así que esta será una primera entrada en la que expondré las líneas maestras de diferentes análisis que existen, con una pizca de mi opinión y visión científica/ingenieril. Simplemente, espero os guste.

Desde mi punto vista, los siguientes ingredientes (además de otros plausibles) podrían explicar la especial situación que se produjo (de forma única) en el Reino Unido a finales de los años 50 y durante la década de los 60 que llevó a este país a una posición absolutamente líder (salvando el caso especial de Ferrari, aunque con matices) en la industria del motorsport mundial.

1) Durante la 2ª Guerra Mundial, y especialmente tras su finalización, hubo un importante número de ingenieros y diseñadores con una alta especialización, obviamente a causa del conflicto mundial y del papel esencial que el Reino Unido jugó en él, en motores, estructuras, diseño de vuelo, aerodinámica, etc. Obviamente, este importante número de titulados y técnicos altamente cualificados jugaron un papel esencial en el desarrollo de la industria dominante del motorsport británico a partir de finales de los años 50 y durante los 60 hasta nuestros días.

2) Al finalizar la contienda mundial, y dado el nuevo orden instaurado en el mundo, se crearon en el Reino Unido un importante número de ‘colleges’ o escuelas de ingeniería, especialmente aeronáutica, para, por un lado, continuar con el ingente desarrollo en este campo llevado a cabo durante la Guerra, y por otro, para poder adquirir nuevos conocimientos y desarrollar, depurar y mejorar las técnicas aprendidas durante dicho periodo. Ello produjo, como no podía ser de otro modo, un importante núcleo de ingenieros, particularmente aeronáuticos, que desarrollarían en las siguientes décadas su actividad en la incipiente industrial aeronáutica, que como sabemos, redundarían casi directamente en la industria del automovilismo de competición.

3) Durante la Guerra se crearon en el Reino Unido una serie de nuevas industrias, proveedoras de componentes altamente especializados para la maquinaria bélica. Una vez finalizada la misma, acorde a lo explicado en los dos puntos anteriores, estas nuevas industrias fueron la semilla de un caldo de cultivo para la aparición de otras empresas que proveyeron a lo largo de los siguientes 50 años materiales, dispositivos y diversos componentes a diferentes industrias, y particularmente a la industria del motorsport. Ejemplos claro y conocidos de todos los seguidores del mundo del motor son Coventry-Climax, Hewland, Cosworth, AP Racing y Specialized Mouldings, entre los más famosos y conocidos.

4) El que el Reino Unido jugara un papel estratégico durante la contienda mundial es un hecho del que nadie duda. Uno de los más relevantes fue el uso de su territorio por parte de los Aliados como punto de partida de ataques aéreos a las regiones del continente europeo bajo domino Nazi. Ello, como no podía ser de otro modo, propició la proliferación masiva de aeropuertos y pequeños y medianos aeródromos en gran parte de la zona centro del país. Aunque el ejemplo más notable, conocido y duradero es obviamente el del Circuito de Silverstone, localizado en la región de Northamptonshire, aunque no debemos olvidar a otros como Castle Coombe, Croft Autodrome, Llandow, Rufforth, Snetterton, Thruxton and Eastney, Stapleford, Staverton y Fairford, Brough y Greeham Common, por mencionar unos cuantos. En torno a ellos nuclearon los famosos racing clubs (clubes de carreras) y una serie de empresas de ingeniería que contribuyeron a la pasión por las carreras de los aficionados, pero más importante, a promocionar el nacimiento de una nueva forma de industria del motorsport, y al mismo tiempo, una forma de hacer negocios entre las diferentes empresas y equipos radicalmente diferente a la que existía en Europa en esa época.

Como colofón final a este entrada menciono someramente algunas de las consecuencias. En siguientes entradas desarrollaremos con mayor profundidad diferentes aspectos aquí mencionados. En el periodo de entre guerra, y también en los primeros años de Fórmula 1, las escuderías alemanas e italianas (Auto Union, Mercedes, Ferrari, Alfa Romeo, etc.) eran corporaciones gigantescas que fabricaban ‘todo’ el automóvil, en las que el motor era ‘el alma’ de los monoplazas. En general, se encontraban auspiciadas y protegidas por sus respectivos estados, por lo que protegían sus conocimientos y progresos con enorme recelo. En el Reino Unido, a partir de finales de los años 50, se produjo algo radicalmente diferente y genuino. Los equipos corrían en los antiguos (generalmente abandonados) aeródromos de la 2ª Guerra Mundial, lo que les obligó a cambiar radicalmente el diseño de los monoplazas para adaptarlos a este nuevo tipo de circuitos, diferentes a las carreteras y caminos en los que se disputaban los Grandes Premios de entre guerras. Dicho de otro modo, el diseño pasó a girar en torno al chasis, suspensiones y transmisiones, haciendo especialmente hincapié en una óptima estabilidad dinámica, más en consonancia con los objetivos de un diseño aerodinámico, en detrimento del ‘tradicional’ diseño del motor como núcleo en torno al cual giraba todo el diseño. Esto propició el nacimiento de equipos de carreras pequeños, con medios económicos más escasos, cuyo objetivo era construir monoplazas más modestos. Todo ello auspició el nacimiento y desarrollo de empresas modestas (en un principio) y más especializadas, en las que se fueron incorporando poco a poco la enorme ‘producción’ de técnicos e ingenieros especializados que surgían de los nuevos ‘colleges’ de ingeniería a lo largo y ancho del país. Finalmente, aunque no menos importante, a diferencia de lo que ocurría en el continente, estas empresas se nutrían y alimentaban mutuamente, existiendo un continuo intercambio de ideas, técnicos e ingenieros, lo que produjo una forma de deporte, negocio y diversión único, que llevó inexorablemente al Reino Unido a una posición de dominio de las carreras automovilísticas sin precedentes y que hoy en día perdura.

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